jueves, 28 de abril de 2011

“Nos vamos pa el pueblo”

Varanasi, lunes 25 de abril de 2011
Nos despedimos de Raj y nos vamos a la estación de Varanasi. El tren llega puntual y el viaje al principio supone para algunos un momento de descanso y de reposición de energía y para otros, para mí, un momento de reflexión, dónde encuentro respuestas a conflictos que nos había resuelto, dónde recuerdo a la gente que echo de menos y me embarco en un viaje interior que todavía no había tenido tiempo de realizar.
Des de la ventana de ese tren que va a 80km/h vemos oscurecer el cielo y tras la puesta de sol el viaje se vuelve más ameno. Santi coge la guitarra y con nuestras voces animamos a un tren melancólico y triste. A nuestro alrededor se acumulan unos veinte indios ansiosos por escuchar nuestro show. Muchos sacan el móvil y nos graban, están todos encandilados, se vuelven locos, corrijo, más locos de lo que están. Ríen y nos reímos con ellos, hasta los repartidores de chais y aguas se une al evento. Nuestro espectáculo dura varias horas, hasta que llegamos a la estación de Gaya, finalizamos nuestra actuación con un fuerte aplauso de todo el vagón y hacemos broma con pasar la gorra a ver si cae alguna rupee.
Al salir de la estación de Gaya metemos la pata hasta el fondo. Para evitar situaciones anteriores de avalanchas masivas de motor-riders, echamos de mala manera a todo el que se nos acerca, la mayoría se van en cuanto les decimos: ¡cholo, cholo! (¡vete, vete!). Menos uno que no para de darnos la lata y hasta nos enseña un teléfono, nosotros sin entender que nos quiere decir le decimos irónicamente y a grito “pelao”: Is it a present for us? Oooh, thank you! Pero oye que te está llamando tu mujer! El hombre desesperado nos dice: you are calling me! Y Santi que estaba llamando al contacto de Gaya lo mira extrañado, hasta que nos damos cuenta que efectivamente ese era nuestro guía. Le pedimos perdón avergonzados por nuestro recibimiento y se lo toma bien.
Cogemos un 4x4 que nos lleva hasta el hotel, este sitio parece un pueblo, de hecho a algunos nos hace recordar esos días de verano en nuestros respectivos pueblos, esos momentos de calma que hemos vivido allí y esas historias inolvidables.
Nos tomamos un chai y se nos hacen las 2h.

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