jueves, 28 de abril de 2011

La espera interminable…

Bodh Gaya, miércoles 27 de abril de 2011
Nos levantamos muy pronto para ir a la estación rumbo a Kolkata. De buena mañana tenemos una pequeña discusión con nuestro contacto, el conductor del 4x4 que nos trajo el lunes pretende cobrarnos 600 rupias por cada viaje a la estación. ¡No tiene lógica alguna! Hemos dormido por 500 rupias dos días y pretende cobrarnos 1200 por haber ido y vuelto a la estación. Finalmente acabamos pagándole 1000 y nos mira como echándonos un mal de ojo.
En la estación, esperamos contentos porque regresamos a nuestra querida Calcuta. Pero pronto esa felicidad se ve mermada, cuando nos enteramos que el tren viene con retraso y que en vez de salir a las 9.40 va a salir a las 15h. Pasan los minutos como segundos y las horas como minutos. Salimos por parejas a comer algo fuera de la estación, en Gaya. Horas más tarde, el tren resulta que no llega a las 15h si no que a las 18h, hora en la que en teoría llegábamos a Kolkata.
La espera se hace interminable, además somos el punto de mira de medio andén y constantemente se nos acercan pobres (niños y abuelas) a pedir rupees y comida. Nos sentimos mal por ignorarlos y acabamos dándoles parte de nuestras reservas de comida. Asistimos a shows de niños que ensayan una y otra vez caras tristes, lloros y rezos para que les demos algo, pero al ver que tras esos ensayos, ríen y nos toman el pelo, les seguimos el juego y echamos unas risas con ellos. Finalmente aparecen dos hombres, uno de ellos con un palo y echan a los niños de nuestro lado. Éstos corren como locos hacia las vías.
Es triste ver como tienen que vivir esta gente, pero hay que aceptar que por muchas rupees que nosotros les demos, no los vamos a sacar de su miseria. Estos niños, son salvajes, no tienen educación porque nadie se la ha brindado. No podemos asegurar que esas rupees que les damos se las gasten en algo de comida para ellos, normalmente esas monedas y esa comida acaba en manos de otros. Es por ello que decidimos abrir las bolas de comida y que se lo coman delante nuestro. Con poca cosa, pero creo que hemos dado de comer a una buena parte de los pobres de la estación.
A las 18 pasadas llega el tren. Descansamos la mayor parte del viaje puesto que en Kolkata nos espera la despedida de Javi que se va el viernes después de 6 meses en la India.

Verano azul y Buda

Bodh Gaya, martes 26 de abril de 2011
Nos levantamos algo perezosos, en el hotel nos dejan unas bicis para poder movernos por allí. Es algo peligroso circular por allí, no es como Calcuta, pero su temeridad es parecida y si a eso le añadimos el hecho de circular por la izquierda, demos gracias por estar vivos y no haber sido víctimas de un atropello.
Bodh Gaya es muy tranquilo y está repleto de niños que corren despavoridos hacia nosotros en cuanto nos ven. La gente que está trabajando en sus casas o en el campo nos saludan a lo lejos con un namaste y una sonrisa, como si nosotros le diésemos vida a la ciudad. Durante nuestro paseo visitamos templos budistas espectaculares, lugares que se escapan de mi imaginación. Templos enormes, con enormes estatuas, con paredes repletas de detalles, todo muy colorido y dónde se respira una paz indescriptible.
Al regresar del tour “verano azul”, comemos y el cansancio puede con algunos de nosotros. Hacemos una buena siesta. Despertamos a las 19h, está muy oscuro, decidimos ir a la aventura con las bicis en busca de un locutorio, sin contar con que la carretera está oscura, que el terreno es muy irregular y que las bicis no tienen luces. Perdemos un poco los nervios en el locutorio y ver correos de gente querida nos pone un poco melancólicos. Decidimos volver al hotel con la bici en mano, recordando momentos del pasado y poniendo en común sensaciones percibidas y sentimientos que van surgiendo y resurgiendo durante esta locura de viaje.
En la azotea del hotel nos acribillan los mosquitos mientras con un té en la mano hablamos con un fotógrafo inglés.
Antes de ir a dormir nos ponemos a ver algunas fotos del viaje, parece mentira que hayan pasado tantas cosas, aún no las hemos asimilado. A veces parece que llevemos un mes aquí y a veces parece que no hayamos vivido casi nada en este país. Espero que al llegar a Barcelona, no me olvide de todo lo vivido aquí, porque hemos pasado momentos que nos han hecho crecer, situaciones al límite que nos han hecho estallar, situaciones que hemos sabido controlar y otras que aún nos quedan por vivir.

“Nos vamos pa el pueblo”

Varanasi, lunes 25 de abril de 2011
Nos despedimos de Raj y nos vamos a la estación de Varanasi. El tren llega puntual y el viaje al principio supone para algunos un momento de descanso y de reposición de energía y para otros, para mí, un momento de reflexión, dónde encuentro respuestas a conflictos que nos había resuelto, dónde recuerdo a la gente que echo de menos y me embarco en un viaje interior que todavía no había tenido tiempo de realizar.
Des de la ventana de ese tren que va a 80km/h vemos oscurecer el cielo y tras la puesta de sol el viaje se vuelve más ameno. Santi coge la guitarra y con nuestras voces animamos a un tren melancólico y triste. A nuestro alrededor se acumulan unos veinte indios ansiosos por escuchar nuestro show. Muchos sacan el móvil y nos graban, están todos encandilados, se vuelven locos, corrijo, más locos de lo que están. Ríen y nos reímos con ellos, hasta los repartidores de chais y aguas se une al evento. Nuestro espectáculo dura varias horas, hasta que llegamos a la estación de Gaya, finalizamos nuestra actuación con un fuerte aplauso de todo el vagón y hacemos broma con pasar la gorra a ver si cae alguna rupee.
Al salir de la estación de Gaya metemos la pata hasta el fondo. Para evitar situaciones anteriores de avalanchas masivas de motor-riders, echamos de mala manera a todo el que se nos acerca, la mayoría se van en cuanto les decimos: ¡cholo, cholo! (¡vete, vete!). Menos uno que no para de darnos la lata y hasta nos enseña un teléfono, nosotros sin entender que nos quiere decir le decimos irónicamente y a grito “pelao”: Is it a present for us? Oooh, thank you! Pero oye que te está llamando tu mujer! El hombre desesperado nos dice: you are calling me! Y Santi que estaba llamando al contacto de Gaya lo mira extrañado, hasta que nos damos cuenta que efectivamente ese era nuestro guía. Le pedimos perdón avergonzados por nuestro recibimiento y se lo toma bien.
Cogemos un 4x4 que nos lleva hasta el hotel, este sitio parece un pueblo, de hecho a algunos nos hace recordar esos días de verano en nuestros respectivos pueblos, esos momentos de calma que hemos vivido allí y esas historias inolvidables.
Nos tomamos un chai y se nos hacen las 2h.

Amanecer en el Ganges

Varanasi, domingo 24 de abril de 2011
Nos levantamos a las 4.30h AM para ir a ver el amanecer. La verdad es que vale la pena despegarse de las sábanas a esa hora para ver uno de los amaneceres más bonitos que he visto. El Ganges, tranquilo, alguna que otra barca surcando sus aguas junto a cuencos con velas y flores que flotan sin rumbo y te vuelven a recordar esa india espiritual, que a pesar de ser un país caótico despierta a ratos paz y tranquilidad.
De tanta paz y relajación casi me quedo dormida en la barca!
El tour en barca continua con un chai a la orilla del Ganges, mientras vemos niños budistas haciendo yoga, aprendices a sacerdote hindús practicando las ceremonias y rituales, indios lavando la ropa en el río, otros bañándose y otros rezando. La visita culmina en el templo del kamasutra dónde se ven unas vistas preciosas de Varanasi.
El día se hace largo en Varanasi, nos hemos levantado muy pronto y a las diez de la mañana parece que sean las cuatro de la tarde.
Por la tarde vamos a casa del maestro de los aromas. Es dónde conocemos la india más oculta. Ramiro, es un hombre que fabrica aromas para colonias, ungüentos…Nos cuenta un montón de cosas sobre los aromas, el sándalo es uno de los aromas más utilizados en la India, sobretodo en el ámbito espiritual. Además nos enseña su casa, nos presenta a su familia y a dos vacas que tiene dentro de casa y nos prepara un chai y una mascarilla facial. Raj se ríe de nosotros con la mascarilla puesta: ¡no tenéis vergüenza! - nos dice.
Tras esa relajada visita, vamos a comprar los billetes para Bodh Gaya, con ciertos problemas logísticos que nos obligan a adelantar el billete para Kolkata, cosa que no nos supone ningún problema ya que echamos mucho de menos nuestros indios y nuestro caos Bengalí.
Más tarde nos vamos al hotel, le pedimos a Raj que nos compre un par de cervezas y subimos a la azotea del hotel con el incienso y el aceite de coco que ha comprado Santi. Laura López nos hace una clase de yoga temiendo ser atacados por los monos que corren libremente por la ciudad. Durante la clase de yoga Frai se queda dormida repetidas veces…¡ya pensábamos que había llegado al Nirvana! ¡Menuda está echa! Finalizamos la clase con medio personal del hotel observándonos, se vuelve a confirmar la desmesurada y descarada curiosidad de los indios.

Es lo que tienen los trenes…

Varanasi, sábado 23 de abril de 2011
…Paramos en una estación. Me levanto y le pregunto a nuestro vecino indio cuánto falta para Varanasi, me dice que 25 minutos, que es la siguiente parada. Pero la espera en esa estación se hace eterna, nuestro compañero indio se entera de que ha habido un accidente de trenes a escasos km de la estación. Más tarde salimos a preguntar con Frai y nos comentan que una persona ha sido arrollada por un tren mientras cruzaba las vías y que tardarían bastante en volver a poner en marcha el tren. Mientra, López y Santi llaman a Pintu, amigo de Raj, éste nos pone en contacto con el guía que tendremos en Varanasi y éste decide venirnos a buscar en motor-ride. Mientras lo esperamos, las miradas de la gente de la estación se clavan en nosotros.
El indio es muy curioso y más cuando hay extranjeros de por medio. También trata de ganar rupees como sea, aunque tenga que acosar a unos pobres turistas como nosotros.
Para encontrarnos con el guía nos pateamos varias veces la estación (que no es pequeña) hasta que damos con él. Al salir de la estación se produce la siguiente situación: cual manada de tigres atacando a gacelas…Una treintena de motor-riders nos rodean. Hasta se ponen agresivos entre ellos. Tenemos que optar por elegir dos motor-ride a dedo, con los consiguientes enfados de los no elegidos.
El camino hasta Varanasi es, con perdón por la palabra, “acojonante”, la carretera da miedo y el calor y el tráfico nos desgastan. En Varanasi bajamos del motor-ride y cogemos un bici-ride para ir hasta el hotel.
Raj, que así se llama el guía de Varanasi, es un chico de unos 26 años, casado y con una hija. Es un brahmino, pero no ha estudiado para sacerdote y se dedica a vender telas en una tienda. Es vegetariano a más no poder, tanto que ni siquiera soporta que los demás coman carne, toma constantemente tabaco de mascar que envuelve en una hoja de árbol y le encanta beber alcohol en soledad.
Por la tarde visitamos varios templos de Siva y aprendemos que templo que no sabes de quién es, es de Siva. Y para finalizar el día, vamos a ver el Ganges, los crematorios y la ceremonia del atardecer. Al Ganges acuden todos los hindús de la India para quemar los cuerpos de sus familiares, para ello muchos tienen que viajar en tren hasta Varanasi con el cuerpo de su familiar a cuestas, como si de un equipaje más se tratara.
Raj nos cuenta que a los hombres los envuelven en una sábana blanca y a las mujeres en una roja para quemarlos y que se usa un tipo de madera que solo se encuentra en el sur de la India. No se quema a todo el mundo, a mujeres embarazadas, niños y sacerdotes se los tira al Ganges encima de una piedra.

La locura de viajar en tren por la India

Kolkata, viernes 22 de abril de 2011
Nos levantamos pronto, puesto que hemos quedado con Raj para que nos lleve al New Market a comprar pashmina (Kashmir) y bisutería. Comprar aquí es un lujo, entras en una tienda, te empiezan a sacar telas, telas y más telas o joyas, joyas y más joyas…Y vas mirando y seleccionando lo que te gusta, y de esa selección reseleccionas y mientras, te sirven un chai tranquilamente, remiras todo y luego viene lo más difícil: regatear. En la India se regatea todo y hasta una rupia. El truco para regatear es sencillo, dices: how much? I lo que te digan lo divides por la mitad haber si cuela o vas subiendo hasta que aceptan.
Tras las compras, comemos en el Blue Sky, mientras conversamos con una pareja de Navarra que han venido a hacer el viaje de novios a la India, nos hablan muy bien de Varanasi, la ciudad que vamos a visitar mañana.
Por la tarde cogemos las mochilas y nos vamos a la estación de tren que está cerca del Flower Market. Es caótico, gente por todos los lados, un calor asfixiante, suciedad a raudales y todos los carteles escritos en hindi. Tras preguntar a varias personas vamos a la vía indicada y esperamos más de una hora a que venga el tren.
El tren no es ninguna maravilla, se puede ir sentado o en litera, los que van sentados parece que estén en una cárcel con tanta reja, además hay muchísima gente en poco espacio y el olor y calor humano se sienten antes de entrar por la puerta. Por suerte nuestro vagón tiene literas, cortinas y aire. Allí nos encontramos con Max, un voluntario y conversamos un rato antes de ir a dormir. Va a ser un viaje muy largo, son 12 horas. En el mismo bloque de literas hay una pareja india, la chica de pone a dormir y el hombre nos da conversación. Nos acostamos un poco con miedo a que roben y demás cosas que nos habían contado que pasaban en los trenes de india. Algunos dormimos, otros no. A mi la mirada de ese hombre no me permite dormir en toda la noche y creo que la mía a él tampoco. A la mañana siguiente…

Jueves Santo con las Hermanas de la Caridad

Kolkata, jueves 21 de abril de 2011
Después del día de juerga, me despierto a las 12h, cuando vuelven los demás de visitar el Flower Market. Vamos a comer al blue sky: nuestros queridos momos y el Chicken Tika Massala que no falte. Volvemos al hotel y hacemos una breve pero efectiva siesta, para que los lokis estos recuperen fuerzas.
Por la tarde vamos a misa a la capilla de Mother House. Las Hermanas han preparado una ceremonia, dónde el sacerdote va a lavar los pies de 12 voluntarios (los únicos 12 hombres que hay actualmente como voluntarios, entre ellos Joaquín, Mario, Javi y Santi). Al finalizar la ceremonia, empieza a llover a cántaros, decidimos volver andando al hotel, el tráfico es caótico. Nos perdemos, tenemos que desandar el camino y finalmente llegamos al hotel chorreando. Vamos a cenar al Raj y a acabar de planear el viaje que haremos en los próximos días.
Mientras pasan los días, nos damos cuenta de que han pasado tantas cosas, que no somos capaces de asimilarlo todo, de analizar lo sucedido, y de poder disfrutar de ese éxito o poder buscar soluciones para ese fracaso.
En Kolkata el tiempo pasa lento, dormimos poco y hacemos muchas cosas. El dormir poco se soluciona a base de chais y el hacer muchas cosas es porque se tiene tanto tiempo des de que madrugas hasta que te acuestas, que parece que en Kolkata todo lo que te propones hacer en un día lo cumples.

Día completo

Kolkata, miércoles 20 de abril de 2011
Retorno a la rutina, apenas llevamos 3 días en Daya Dan y ya parece nuestra casa. Cambio de tareas y me dedico a hacer camas, limpiar el dormitorio de los niños y les hago fisioterapia a tres: Rosa, Namke y Angel. Son geniales, su sonrisa es para nosotros un tesoro, cómo dice Javi; quién viene aquí y consigue sacar una sonrisa a un niño ya se puede ir feliz, contento y pleno a su casa. He cogido mucho cariño a estos niños, sobretodo a Sayan, me llena observarlo, verlo comer, ver como ríe, como duerme… Tanto que salgo de aquí pensando: ¡me lo llevo!
Por la tarde vamos las chicas al dispensario de la estación con Javi. Este dispensario recibe gente de la calle mayoritariamente con heridas que acaban infectándose y requieren un seguimento. Mientras nosotras y Miriam (Pamplona) realizamos las curas de la gente que acude allí, Javi va a buscar a un hombre que lleva tiempo cuidando que tiene una fractura en la muñeca, lo duchamos, le vendamos la mano, le damos comida y acordamos con llevarlo mañana por la mañana al hospital.
Regresamos a Sudder, nos arreglamos y nos vamos a cenar, un poco tarde, a casa de Mario unos chicken roll buenísimos, nuestras cervecitas y el ron. Entre confesiones, guitarras y risas se nos hacen las tantas. Cogemos un taxi y nos vamos a Roxy y a Tantra, dos discotecas de Kolkata. La noche se nos hace muy corta y regresamos a casa de Mario para seguir con la fiesta hasta las 7 de la mañana.
Al volver a Sudder, nos tomamos un chai y Santi y las otras dos Lauras viendo la falta de sueño deciden irse al Flower Market. A mi en cambio, el sueño me puede y me voy a dormir al hotel.

Kolkata me mata

Kolkata, martes 19 de abril de 2011

Paso una mala noche. Además de la cabeza se añaden problemas gastrointestinales y fiebre. Vamos a misa a las 6h y me acompaña Santi al hotel porque no me encuentro nada bien. Tomo las medidas pertinentes, entre ellas inicio azitromicina. Duermo muchísimo hasta que llegan los demás de Daya Dan. Por la tarde, me encuentro mejor. Santi se va al mercado de las flores y las demás vamos con Javi al Victoria Memorial, es impresionante, parece que no estés en Calcuta; jardines limpios, otro olor distinto, es como un oasis en medio de un desierto. Junto al edificio hay varios parques y un pequeño estanque, donde te sorprendes al ver parejas indias besándose y acariciándose, cosa que en la calle es impensable.
Después cogemos un taxi hasta el río Hooghly dónde hay un puente de hierro, considerado el puente por dónde pasa más gente al día del mundo. Allí no se pueden hacer fotos por temor a un atentado. Las vistas son muy variopintas, por el puente hay un mercado ambulante de frutas sobretodo, a la derecha se puede ver gente bañándose en el río y un pequeño muelle de dónde parten barcos parecidos a las golondrinas de Barcelona, al fondo se ve otro puente que cruza el río y a la izquierda hay un templo hindú dónde hay también gente bañándose en el río.
Regresamos y dejamos a Laura López y a Javi en casa Madre, que Javi tiene que poner una película a las sisters. Laura Fraile y yo vamos al hotel y nos quedamos dormidas.

martes, 19 de abril de 2011

Daya Dan

Otro proyecto que realizan las Hermanas de la Caridad aquí en Kolkata es Daya - Dan. Se trata de una especie de un orfanato de niños con discapacidades psíquicas y físicas que son abandonados por sus padres. Nos cuentan voluntarios que es corriente encontrar a estos niños abandonados en los ríos, como Moisés, repudiados por sus propios padres al ver que tienen algún tipo de discapacidad. Nuestra tarea aquí es lavar a los niños, vestirlos, hacerles fisioterapia con la ayuda de un fisioterapeuta que planifica ejercicios para cada uno de ellos, después de nuestro desayuno les damos la comida, los acostamos y nos vamos.
Es increíble como ríen y que vitalidad tienen algunos. Nuestra visita coincide con el cumpleaños de Prince y de otra niña, lo celebramos, comen pasteles y las niñas ríen y bailan como locas.
Por la tarde vamos a inscribirnos a Mother House. Y cenamos con Javi en un restaurante indio dónde cenamos muy bien. El día ha sido muy duro, me empieza a doler la cabeza y decidimos marchar a dormir.

Domingo de Ramos en la ciudad de la alegría

Nos levantamos para estar a las 7 en Mother House para ir a la misa de Ramos. Tras la misa, las “sisters of carithy” nos ofrecen un pequeño desayuno (Chai, tostadas y plátano). Hablando con distintos voluntarios, decidimos ir hacer el voluntariado en Prednam, una especie de hospital de acogida para enfermos. Varios voluntarios los recogen de la calle (generalmente de los slumps, “chavolas”) y las “sisters” se encargan de aceptar o no al paciente. Vamos andando desde Mother House hasta Prednam con la compañía de Joaquín de Madrid, por el barrio musulmán, sorprende el cambio radical de carácter entre los indios hindús, budistas y musulmanes; éstos últimos son mucho más preservados y más serios, aunque el estilo de vida no varía de una religión a otra. Nos detenemos en un puente que da a las vías del tren justo antes de llegar a Prem - Dan, dónde hay montados mercadillos ambulantes encima de las vías del tren, trenes que siguen pasando actualmente por esas mismas vías.
A nuestra llegada a Prem - Dan, vemos que está dividido en tres zonas: Kalighat (que se ha traspasado por obras) dónde se encuentran los moribundos y una zona de hombres y otra de mujeres enfermos.
Nuestra labor allí inicialmente es de limpiar colchones, preparar las camas, lavar a los pacientes, curar heridas y lo más importante dar cariño a estas personas que en realidad es eso lo que te piden a gritos.
A las 12 salimos de Prem Dan, hace un sol de justicia, salimos deshidratados y muy cansados, tanto es el cansancio y el calor que se te quita el hambre. Volvemos a Sudder, comemos con otros voluntarios y son echamos una siesta de dos horas. Por la tarde vamos a casa de Mario que vive con un coreano en el barrio musulmán de Kolkota. Cenamos en la azotea de su casa rolls chiken, riquísimos y charlamos durante horas con espectadores indios en balcones y ventanas.
Para volver intentamos regatear con los “motorideshows” y con los taxistas, hasta que cogemos un taxi. Dejamos a Javi en su casa y unas manzanas más adelante un camión en medio de un cruce nos impide avanzar, el taxista se baja del vehículo y mide con los brazos si pasamos o no. Finalmente Santi sale del taxi y le dice que dé marcha atrás, el taxista, que se parece a Farruquito, asiente mosqueado.
Llegamos al hotel destrozados y nos metemos en la cama del tirón.

domingo, 17 de abril de 2011

La India cultural y religiosa


Son las 5 de la mañana, medio dormidas oímos como suena el despertador, pero el sueño nos invade y paramos la alarma. Al rato, Santi nos viene a buscar. Nos vestimos y vamos a desayunar en un pequeño puestecito a la vuelta de la esquina, allí nos encontramos a Sara, tomamos chai y decidimos posponer la Mother house para mañana e ir a visitar la ciudad.
Sara nos recomienda ir a Kalighat Temple, el templo hindú más conocido de la ciudad. Coincidiendo en festivo, el templo se transforma en una marea de hindús que recorren no tan solo el templo si no también el mercadillo que lo rodea y lo amaga.
En una de las puertas del templo encontramos a un sacerdote que nos hace de guía por un módico precio: ¡1000 rupias más propina! (Son alrededor de 25 euros). Nos muestra el templo y realizamos unos rituales ante un árbol sagrado y Siva. Además vemos sacrificios de cabras. Y dejamos al “tiquismiquis” que llevamos dentro y andamos descalzos por el templo, pisando un suelo negruzco y lleno de flores de hibisco pisoteadas. Se siente uno libre, despojado, sin prejuicios, sin tonterías en la cabeza, sucio, pero eso deja de tener importancia. Los malos pensamientos se desvanecen en ese templo, aunque regresan al llegar al Raj dónde un grupo de voluntarios nos preguntan: ¿Cómo mucho les habréis dado 100 rupias no? Nuestra cara se vuelve todo un poema.
Al volver a Sudder Street, compramos ropa en una tienda al lado de Raj, dónde conocemos a Hashim y a otro chico indio. Parece mentira, pero nos pasamos dos horas hablando con ellos, tomando chai que nos invitaron y comprando. Ahí es cuando me doy cuenta de que el indio parece serio, pero no lo es, es un bromista nato y un buen actor.
Antes de cenar en el Raj, hacemos una sesión de guitarra y otra de yoga en la habitación de Santi, que nos devuelven toda la energía que hemos gastado por Kolkata. Sería un reto para mi y para muchos hacer yoga en medio de Kolkata, con tanto ruido y caos ¡aquí no hay quién se concentre! Pero el poder de concentración del yoga puede con todo y por las calles se puede ver a gente haciendo yoga en este entorno tan bullicioso.
Durante la cena, conocemos a Javi de Córdoba, a Mario de Talavera y a Anna de Roma y nos vamos a tomar una cerveza en la calle con ellos, dado que en el Raj no nos permiten llevar alcohol y además nos echan porque es muy tarde.
Disfruto mucho escuchando las historias de los demás voluntarios, es impresionante, todos vienen solos, dejando toda una vida atrás. Te das cuenta que la mayoría busca en India lo que no ha encontrado en su país. Aquí son otra persona, es como si tuvieran un mundo paralelo, por una parte tienen una vida en su país bajo unos valores y un estilo de vida deshumanizado, y por otra, una vida en la India, dónde no planean, se dejan llevar y “rehumanizar” por los indios.
Digo rehumanizar, porque la mayor virtud del indio es que pese a su organización basada en castas que a veces puede resultar nada humana, el indio lo comparte todo. Sin ir más lejos, buscando un lugar para cenar, conocemos a dos hermanos, una niña y un niño, jugando con ellos a la niña se le cae una rupia del bolsillo, el niño se acerca con la intención de quedársela, pero la coge la niña y ésta en vez de metérsela en el bolsillo se la da a su hermano.
En India el que tiene poco le da lo poco que tiene al que tiene menos.

Namaste bondu:

Kolkata, viernes 15 de abril de 2011
Despierto el día 14 de abril a las 8 de la mañana con la mochila casi vacía, más vacía que cuando me voy de fin de semana. A las 9 suena el móvil, es Laura lópez. Me recogen Laura y Santi en mi casa que asisten a una despedida emotiva de una madre preocupada.
Llegamos a las 10 al aeropuerto, esperamos a la Frai, llega acompañada por sus padres y sin la llave del candado de la maleta, nuestros nervios aumentan dado que esa maleta va a ser la única que facturaremos , pero la recupera rápidamente y suspiramos los tres.
Embarcamos en el vuelo que nos llevará a Estambul, sin problemas ni incidencia alguna. Las 4 horas se pasan sin apenas darnos cuenta y llegamos a nuestro destino a las 16.30h, buscamos zona wifi con contraseña oculta en los sobres de azúcar. Mientras tratamos de conectarnos, la grandullona del grupo oye por radiofonía "last call for passangers to Delhi", pero no le hacemos caso y vamos a ritmo caribeño hasta la puerta de embarque, pero a medio camino vuelven a repetir "last call for passangers to Delhi" arrancamos a correr como locos por el aeropuerto de Estambul y cogemos el avión. El vuelo hasta Delhi se nos hace bastante ameno, pero las dosis de teína y cafeína de todo el día no nos dejan conciliar el sueño y pasamos las 6h del vuelo despiertos sin tomar consciencia de que el día siguiente va a ser un día muy duro.
Al llegar a Delhi la espera y el vuelo se hacen interminables, nos pesan el sueño y las mochilas y esas dos horas hasta Kolkata se nos hacen eternas.
Una vez en Kolkata, nos encontramos con una ciudad ruidosa, hiperactiva, gris, con un olor característico y sin ley. Tenía razón Ramiro Calle, es como un caos organizado o una organización caótica. El viaje en taxi hasta Sudder Street se convierte en una actividad de riesgo. El tráfico en Kolkata es peor que cualquier ciudad española en hora punta, aquí conducen a base de claxon; no pitan para evitar un accidente, pitan para advertir que van a adelantar por donde les va a dar la gana o pitan simplemente porque van en dirección contraria y a todo gas.
La hora de taxi nos permite observar a la gente, las calles, los animales, la suciedad, la miseria... No es posible describirlo con palabras, pues hay que verlo y vivirlo.
Llegamos ilesos a Sudder Street, la calle donde viven la mayoría de voluntarios, es una calle repleta de comercios, hoteles y gente. No hacen falta más que unos segundos para darte cuenta que en India la vida está en la calle, de hecho hay muchos indios que comen, beben, duermen y se duchan en la calle.
Buscamos el local de Raj, que nos han recomendado, él habla perfectamente español, tiene una pequeña tienda de ropa-locutorio-restaurante (todo en uno) en Sudder Street. Nos compramos ropa, pues hemos venido con apenas dos prendas para 15 días y nos disponemos a buscar alojamiento. Acudimos al hotel Fairlawn, está "full", vamos a otros dos más, también "full", hasta que el primo de Raj nos acompaña al hotel Ashreen que se encuentra a una calle de Sudder Street, donde nos aposentamos.
Vamos a comer al restaurante de Raj, allí conocemos a Sara, una mujer de 48 años de Barcelona que lleva 3 meses viviendo aquí sola. Al decirle nuestro nombre se empieza a reír, nos cuenta que Laura en indio significa "polla" que cambiemos nuestro nombre cuando nos presentemos a un indio, porque va a estar riéndose cada vez que nos vea.
Por la tarde visitamos Mother house, no es como me la esperaba, se encuentra oculta en un callejón, pero es un lugar con un encanto especial. Visitamos la habitación donde vivió la madre Teresa, en ella hay tan solo una cama con un colchón de dos dedos de grosor, parecida a la del hotel, y un escritorio. Vemos también su tumba, en ella un voluntario nos advierte que es una imprudencia ir en shorts y camisetas de tirantes por Kolkata, ya que los indios no están acostumbrados a ver a las mujer vestir de este modo. Regresamos rápido al hotel, sintiéndonos observadas por todos los indios e indias que nos miran con sorpresa, sonrientes y a algunos hasta se les escapa la risa.
Cenamos en el hotel Fairlawn y tomamos previamente unas cervezas (8%), volvemos al hotel con cierto grado de alcohol en sangre. Frai y yo vamos a Raj a conectarnos, está cerrado, pero nos deja entrar mientras él mira un partido de criket con su primo.
Las calles en Kolkata dan un poco de respeto por la noche, pero no hay mucho peligro. Regresamos y nos ponemos a dormir puesto que mañana hay que madrugar para inscribirnos en Mother house.

miércoles, 13 de abril de 2011

Haciendo la maleta...Y con un pie en la India:


El viaje, que como ya dije, empezó hace ya casi un mes llega a su punto más álgido. Mañana partimos hacia la India. Los nervios parecen ocultos bajo la piel, nuestra mente parece que no quiera tomar consciencia del paso que vamos a dar en escasas horas, pero el cuerpo lo nota, los nervios ahí están. 

Parece mentira, pero el mayor miedo no es encontrarme miseria, suciedad, gente nueva, otra cultura y valores diferentes a los míos, lo que verdaderamente me aterra es hallar algo en mí que no me guste, defraudarme a mi misma, descubrir allí que no soy quien esperaba... Pero este es un riesgo que hay que correr, porque cómo dice Ramiro Calle:
 “la India te somete muchas veces a tales tensiones y presiones y te hace cambiar todos los esquemas de tu mente que el viaje hacia fuera se vuelve viaje hacia dentro, irrumpe todo el inconsciente y muchas veces crea tal caos y tal desorden también interior que tienes que bregar con todo ello y a la vez gozas mucho pero también sufres”. 
Con esto me despido de mi querida Barcelona y de todos vosotros. Os voy a echar mucho de menos. Seguiré escribiendo. Nos vemos a la vuelta.
Un abrazo.

viernes, 1 de abril de 2011

14 días...

Cada vez más cerca. A dos semanas vista, dejándolo todo listo para partir y a la espera de nuestro encuentro con Pablo que nos contará todo lo que nos falta por saber. Tan solo nos queda una vacuna...Y en la cabeza solo queda una frase, una gran frase: 




"Life as if you were to die tomorrow, learn as if you were to live forever"


Gracias Gandhi.

lunes, 21 de marzo de 2011

Dudas...

Con los billetes en la mano y nuestro lema por bandera “mochila y corazón” nos preparamos a fondo para el viaje, un viaje que más que una realidad parece un sueño que conforme pasan los días ese sueño se va haciendo más cercano pero a la vez más increíble.
Aún teniendo los billetes en las manos, revolotean muchas dudas por nuestra cabeza, dudas que en cuánto lleguemos allí se disiparan, pero aquí están resultando ser un verdadero tormento. Dudas que llegan desde ¿me llevo un rollo de papel de váter? hasta ¿estaré mentalmente capacitada para ver y vivir en su miseria y pobreza? y la que me carcome más es... ¿debo ir? Hay algo en mí que resurge al hacerme esta pregunta y me dice a gritos que SÍ, que las ganas de ir y esta inmensa curiosidad pueden con el miedo y la cobardía. 
Mañana toca vacunarse, valor y al toro! 

jueves, 17 de marzo de 2011

Para las Lauras indias:

Por que siento que tengo que hacer este viaje, siento que debo hacerlo con vosotras y que este es el momento en el que debo hacerlo. Cuando no hay rumbo, hay que parar, mirar, reflexionar y continuar...espero que me sirva para ello, es un reto que me propongo, es una aventura...no es un viaje cualquiera...es EL viaje. 

Nos iremos con poco y tengo el presentimiento de que volveremos cargadas...cargadas de historias, de momentos, de sensaciones, de sentimientos... cargadas de vida. 

Volveremos empapadas de sudor con esos 40-50ºC pero sobretodo de cultura.

Aunque no nos hayamos dado cuenta, nuestro viaje ya ha empezado...



La Vida
La vida es una oportunidad,
aprovéchala.
  
La vida es belleza,
admírala. 

La vida es una bendición
disfrútala.
La vida es un sueño, 
hazlo realidad.

La vida es un reto,
 afróntalo.

La vida es un juego,
 juégalo.
  
La vida es algo preciado,
 cuídala.
La vida es algo valioso,
 consérvala.
  
La vida es un misterio,
 descúbrelo.

La vida es una promesa,
 cúmplela.

La vida es dolor,
 supéralo.

La vida es un himno,
cántalo.

La vida es un combate,
acéptalo.

La vida es una aventura,
desafíala.

La vida es una tragedia,
enfréntate.
  
La vida es suerte,
merécela.

La vida es vida,
defiéndela.

Poema de la Madre Teresa de Calcuta