domingo, 17 de abril de 2011

Namaste bondu:

Kolkata, viernes 15 de abril de 2011
Despierto el día 14 de abril a las 8 de la mañana con la mochila casi vacía, más vacía que cuando me voy de fin de semana. A las 9 suena el móvil, es Laura lópez. Me recogen Laura y Santi en mi casa que asisten a una despedida emotiva de una madre preocupada.
Llegamos a las 10 al aeropuerto, esperamos a la Frai, llega acompañada por sus padres y sin la llave del candado de la maleta, nuestros nervios aumentan dado que esa maleta va a ser la única que facturaremos , pero la recupera rápidamente y suspiramos los tres.
Embarcamos en el vuelo que nos llevará a Estambul, sin problemas ni incidencia alguna. Las 4 horas se pasan sin apenas darnos cuenta y llegamos a nuestro destino a las 16.30h, buscamos zona wifi con contraseña oculta en los sobres de azúcar. Mientras tratamos de conectarnos, la grandullona del grupo oye por radiofonía "last call for passangers to Delhi", pero no le hacemos caso y vamos a ritmo caribeño hasta la puerta de embarque, pero a medio camino vuelven a repetir "last call for passangers to Delhi" arrancamos a correr como locos por el aeropuerto de Estambul y cogemos el avión. El vuelo hasta Delhi se nos hace bastante ameno, pero las dosis de teína y cafeína de todo el día no nos dejan conciliar el sueño y pasamos las 6h del vuelo despiertos sin tomar consciencia de que el día siguiente va a ser un día muy duro.
Al llegar a Delhi la espera y el vuelo se hacen interminables, nos pesan el sueño y las mochilas y esas dos horas hasta Kolkata se nos hacen eternas.
Una vez en Kolkata, nos encontramos con una ciudad ruidosa, hiperactiva, gris, con un olor característico y sin ley. Tenía razón Ramiro Calle, es como un caos organizado o una organización caótica. El viaje en taxi hasta Sudder Street se convierte en una actividad de riesgo. El tráfico en Kolkata es peor que cualquier ciudad española en hora punta, aquí conducen a base de claxon; no pitan para evitar un accidente, pitan para advertir que van a adelantar por donde les va a dar la gana o pitan simplemente porque van en dirección contraria y a todo gas.
La hora de taxi nos permite observar a la gente, las calles, los animales, la suciedad, la miseria... No es posible describirlo con palabras, pues hay que verlo y vivirlo.
Llegamos ilesos a Sudder Street, la calle donde viven la mayoría de voluntarios, es una calle repleta de comercios, hoteles y gente. No hacen falta más que unos segundos para darte cuenta que en India la vida está en la calle, de hecho hay muchos indios que comen, beben, duermen y se duchan en la calle.
Buscamos el local de Raj, que nos han recomendado, él habla perfectamente español, tiene una pequeña tienda de ropa-locutorio-restaurante (todo en uno) en Sudder Street. Nos compramos ropa, pues hemos venido con apenas dos prendas para 15 días y nos disponemos a buscar alojamiento. Acudimos al hotel Fairlawn, está "full", vamos a otros dos más, también "full", hasta que el primo de Raj nos acompaña al hotel Ashreen que se encuentra a una calle de Sudder Street, donde nos aposentamos.
Vamos a comer al restaurante de Raj, allí conocemos a Sara, una mujer de 48 años de Barcelona que lleva 3 meses viviendo aquí sola. Al decirle nuestro nombre se empieza a reír, nos cuenta que Laura en indio significa "polla" que cambiemos nuestro nombre cuando nos presentemos a un indio, porque va a estar riéndose cada vez que nos vea.
Por la tarde visitamos Mother house, no es como me la esperaba, se encuentra oculta en un callejón, pero es un lugar con un encanto especial. Visitamos la habitación donde vivió la madre Teresa, en ella hay tan solo una cama con un colchón de dos dedos de grosor, parecida a la del hotel, y un escritorio. Vemos también su tumba, en ella un voluntario nos advierte que es una imprudencia ir en shorts y camisetas de tirantes por Kolkata, ya que los indios no están acostumbrados a ver a las mujer vestir de este modo. Regresamos rápido al hotel, sintiéndonos observadas por todos los indios e indias que nos miran con sorpresa, sonrientes y a algunos hasta se les escapa la risa.
Cenamos en el hotel Fairlawn y tomamos previamente unas cervezas (8%), volvemos al hotel con cierto grado de alcohol en sangre. Frai y yo vamos a Raj a conectarnos, está cerrado, pero nos deja entrar mientras él mira un partido de criket con su primo.
Las calles en Kolkata dan un poco de respeto por la noche, pero no hay mucho peligro. Regresamos y nos ponemos a dormir puesto que mañana hay que madrugar para inscribirnos en Mother house.

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